Suena el teléfono en la casa de un doctor cuando este ya estaba a punto de acostarse. Era la voz angustiada de una mujer: ¡Doctor... mi hijo se ha tragado un preservativo!
Caramba, eso es muy grave. Enseguida voy a su casa.
El médico se apresta a salir cuando vuelve a sonar el teléfono. Era la misma mujer quien llamaba pero esta vez mucho más tranquila: Doctor... ¡ya no es necesario que venga; mi marido ha encontrado otro!